¡Ayotzinapa!… duele…, confronta…, interroga…, aniquila.
Cuarenta y tres cuerpos desaparecidos, exiliados de la tierra de Guerrero, arrojados, escondidos, enterrados, desaparecidos, aniquilados…, afanosamente marginados.
Hay un cuerpo cuarenta y cuatro. Se llama Aldo Rodríguez. Su todo él está en coma, suspendido en el olvido.
Cuarenta y tres cuerpos descalzos deslavan sus pasos.
Hay un cuerpo cuarenta y cuatro en una cama tendido. Su mente está ausente, ¿desconectado?... por el dolor latente.
Cuarenta y tres cuerpos marginados no han partido. Han despertado a un pueblo aletargado.
Hay un cuerpo cuarenta y cuatro que vigila desde la noche de su historia doliente.
Cuarenta y tres cuerpos desterrados, regresan del exilio.
Hay un cuerpo cuarenta y cuatro que se dice no recobrará el aliento…
Cuarenta y tres cuerpos nos hablan al oído.
Hay un cuerpo cuarenta y cuatro que se niega a morir.
Cuarenta y tres cuerpos convocan contundentes.
Y es que en México, ¡la muerte está hasta la madre!
Pilar Chehín Salinas
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